El milenario arte de hacer velas data, aproximadamente del año 2500 A.C. Entonces se utilizaban ciertos elementos para iluminar hechos de piedras ahuecadas rellenos con grasa de origen animal.
Luego los Egipcios y después los Romanos, utilizaban unas antorchas hechas de varas de madera untadas con cebo animal. Más tarde comenzaron a realizar las primeras velas con mecha, mediante un proceso que consistía en sumergir las mechas en cebo animal derretido varias veces, hasta formar un recubrimiento grueso.
La utilización de estas luminarias, Se empleaban en Templos y lugares de Culto. También se utilizaban para iluminar los viajes durante la noche, La alta sociedad y las familias más ricas iluminaban de esta manera sus hogares.
El cebo de origen animal utilizado para realizar estas luminarias, se obtenía del ganado (vacuno y ovino), que producía una combustión de la que emanaba un humo oscuro y espeso de desagradable olor. Hacia el siglo XV, se empezaron a emplear moldes de madera, aparentemente en París, pero era muy difícil de quitar la cera de las superficies de madera. El método de elaboración de velas de moldes facilitó el procesamiento de las velas de sebo, por lo que éstas se volvieron más accesibles y menos caras y se popularizaron de un modo importante, Sin embrago estas velas se acababan muy rápido y se debían despabilar Hacia el siglo XVII, los edictos estatales europeos controlaban el peso, el tamaño y el costo de las velas. En 1709, el Parlamento Británico prohibió que las velas se elaboraran en casa, a menos que se comprara un permiso y se pagaran impuestos. Fue en el siglo XVIII, cuando se incorporó a la elaboración de velas una nueva cera llamada espermaceti, que se extraía del esperma de las ballenas. Esta nueva cera era más económica que la cera de abejas, y abarató de modo consistente el precio de las velas. De este modo se popularizaron velas de mejor calidad. Para el siglo XIX se agregó a la elaboración de las velas, un compuesto denominado estearina. Este compuesto fue inventado por el químico Michael Eugene Chevreul y tenía la particularidad de ser más duro que el sebo. Otorgaba a las velas la propiedad de demorar el tiempo en que se consumían, es decir, se tornaron más duraderas.
En el año 1879, con el descubrimiento de la bombilla eléctrica, la elaboración de velas mermó de un modo muy importante. Encender velas y lámparas ha sido considerado como una prueba exterior de alegría y también por medio de ellas se manifestaba el respeto hacia ciertas personas distinguidas. Así es que se llevaba delante de algunos magistrados romanos entre otras insignias de distinción
Finalmente, las velas aromáticas se emplearon como medio para favorecer la meditación, A partir de ese momento las velas se convirtieron en uno de los regalos corporativos más codiciados, favorecen la relajación mientras que incrementan el rendimiento de la persona que las emplea.